La dieta GAPS es una dieta terapéutica comúnmente utilizada en el tratamiento de la enfermedad inflamatoria intestinal, el síndrome del intestino permeable, el autismo, el TDAH, la depresión, la ansiedad y la enfermedad autoinmune. En este artículo analizamos sus fundamentos y su base científica.
- La dieta GAPS es un protocolo terapéutico diseñado para tratar afecciones digestivas y neurológicas como el síndrome del intestino permeable, el autismo, el TDAH, la ansiedad, la depresión o enfermedades autoinmunes, mediante la mejora del microbioma intestinal y la reducción de toxinas en el cuerpo.
- El protocolo GAPS combina tres pilares: dieta, suplementación y desintoxicación, eliminando alimentos difíciles de digerir (como granos, azúcares y alimentos procesados) y priorizando los alimentos ricos en nutrientes, fáciles de digerir y con probióticos naturales.
- La dieta GAPS tiene un enfoque progresivo dividido en etapas: dieta de introducción, dieta completa y reintroducción de alimentos. Su objetivo es curar y sellar el intestino para restaurar la función inmunitaria y cerebral.
- Aunque muchos testimonios afirman mejoras en salud digestiva y síntomas neurológicos, como el autismo o la depresión, la evidencia científica específica sobre la eficacia de la dieta GAPS es limitada. Los estudios existentes respaldan algunos de sus componentes, pero no confirman sus beneficios como conjunto.
- Se ha observado una posible relación entre salud intestinal y enfermedades inflamatorias y mentales, gracias a la reducción de la inflamación, el consumo de alimentos antiinflamatorios y el uso de probióticos. Sin embargo, se necesitan más investigaciones sobre el protocolo GAPS en particular.
¿Qué es la dieta GAPS y qué condiciones busca tratar?
La dieta GAPS es un protocolo terapéutico comúnmente utilizado en el tratamiento de la enfermedad inflamatoria intestinal, el síndrome del intestino permeable, el autismo, el TDAH, la depresión, la ansiedad y diversas enfermedades autoinmunes.
Se basa en tres pilares: dieta, suplementación y desintoxicación, con el objetivo de mejorar el microbioma intestinal y reducir la toxicidad acumulada en el organismo. Para ello, se eliminan los alimentos difíciles de digerir, como los granos, los azúcares y los ultraprocesados, y se priorizan aquellos que son ricos en nutrientes, fáciles de digerir y con probióticos naturales.
El protocolo tiene un enfoque progresivo que se divide en varias fases: una dieta de introducción, una dieta completa y una fase final de reintroducción de alimentos. Su objetivo es curar y sellar el intestino para restaurar tanto la función inmunitaria como la neurológica.
Aunque muchas personas aseguran haber experimentado mejoras digestivas y neurológicas —como en los casos de autismo o depresión—, la evidencia científica específica sobre la eficacia del protocolo GAPS es limitada. Si bien algunos estudios respaldan componentes aislados de la dieta, aún no se ha demostrado la efectividad del protocolo como un todo.
¿Qué es el síndrome psico-intestinal? La conexión entre el intestino y el cerebro y dieta GAPS
GAPS es el acrónimo en inglés de Gut and Psychology Syndrome, traducido como síndrome psico-intestinal (también llamado síndrome de GAP o GAPS). Este término describe una conexión directa entre la función del sistema digestivo y la salud cerebral y emocional.
La dieta GAPS tiene como objetivo mejorar la composición del microbioma intestinal. Se basa en la idea de que un intestino dañado puede permitir el paso de toxinas al torrente sanguíneo, afectando negativamente al cerebro y al sistema nervioso.
Por eso, este enfoque dietético se centra en curar el síndrome del intestino permeable, reducir la inflamación y tratar ciertas afecciones neurológicas. Para lograrlo, elimina los carbohidratos refinados y los alimentos difíciles de digerir, y promueve el consumo de alimentos ricos en probióticos y nutrientes, que contribuyen a la regeneración de la flora intestinal.
Sin embargo, la dieta GAPS es una terapia controvertida. Numerosos médicos, científicos y profesionales de la nutrición la han criticado por su carácter restrictivo y por la falta de estudios clínicos concluyentes que avalen su eficacia como tratamiento general.
¿De dónde proviene la dieta GAPS y en qué se basa?
La dieta GAPS es una evolución de la dieta de carbohidratos específicos (SCD), desarrollada por el Dr. Sidney Valentine Haas en la década de 1920 para tratar de manera natural afecciones inflamatorias crónicas del tracto digestivo, como consecuencia de un revestimiento intestinal dañado.
En 2004, la Dra. Natasha Campbell-McBride, neuróloga y nutricionista, ajustó este protocolo a partir de su experiencia clínica con cientos de niños y adultos con trastornos neurológicos y psiquiátricos. Entre estos se encontraban el autismo, el TDAH, la esquizofrenia, la dislexia, la dispraxia, la depresión, el TOC, el trastorno bipolar, entre otros.
Según su enfoque, estas afecciones estarían relacionadas con un desequilibrio en el ecosistema bacteriano del tracto gastrointestinal. A partir de esta hipótesis, creó el protocolo GAPS, adaptado a las necesidades de salud digestiva y neurológica de cada paciente.
Su propuesta se desarrolla en profundidad en el libro GAPS, el síndrome psico-intestinal: Un tratamiento natural para el autismo, la dispraxia, el trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad… y la esquizofrenia, donde detalla las bases científicas y clínicas de esta dieta.
¿En qué se basa el enfoque nutricional de la dieta GAPS?
La dieta GAPS se centra en eliminar los alimentos que son difíciles de digerir y dañan la flora intestinal, para sustituirlos por alimentos densos en nutrientes que permitan regenerar el revestimiento intestinal.
Entre los alimentos excluidos se encuentran los granos, las verduras con almidón y los carbohidratos refinados. En su lugar, se promueve el consumo de alimentos fáciles de digerir, como caldos caseros, proteínas animales, verduras sin almidón, grasas saludables y fermentados.
Muchas personas aseguran haber experimentado mejoras significativas en su salud intestinal y en el tratamiento de distintas dolencias. Esto podría deberse a que la dieta enfatiza alimentos altamente nutritivos y elimina grupos que pueden perjudicar la digestión.
Sin embargo, hay poca investigación específica sobre los beneficios del protocolo GAPS en su conjunto. Aunque la salud intestinal influye en múltiples aspectos del bienestar general, aún no está claro hasta qué punto la dieta GAPS es eficaz como sistema completo. Lo que sí muestran muchos estudios es que algunos de sus componentes individuales pueden aportar beneficios concretos para la salud.
El protocolo fue diseñado para personas con problemas de aprendizaje, trastornos psicológicos, afecciones del sistema inmunitario y problemas digestivos. Según la Dra. Campbell-McBride, el objetivo es desintoxicar el cuerpo, limpiar el tracto digestivo y reducir la toxicidad general, que —según su teoría— proviene en más del 90 % del intestino y afecta directamente al cerebro.
¿Qué dice la ciencia sobre la eficacia de la dieta GAPS?
La teoría del síndrome psico-intestinal propuesta por la Dra. Natasha Campbell-McBride parte de la idea de que muchas afecciones neurológicas y mentales se originan en un intestino permeable. Esta condición implica un aumento de la permeabilidad en la pared intestinal, permitiendo que sustancias químicas, bacterias y toxinas de los alimentos y del ambiente entren al torrente sanguíneo.
Según esta teoría, estas sustancias alcanzan el cerebro y pueden interferir en su desarrollo y funcionamiento, provocando lo que se conoce como “niebla cerebral” y favoreciendo el desarrollo de trastornos como el autismo.
El protocolo GAPS fue diseñado para sanar el intestino y prevenir que esas toxinas accedan al sistema nervioso, reduciendo así la carga tóxica del organismo. Sin embargo, la ciencia todavía no ha podido confirmar con certeza si el intestino permeable juega un papel causal en el desarrollo de estas enfermedades.
En su libro, la Dra. Campbell-McBride afirma que su hijo fue curado del autismo gracias a esta dieta, y desde entonces ha promovido su aplicación como un tratamiento natural para múltiples trastornos: autismo, TDAH, dislexia, dispraxia, esquizofrenia, trastorno bipolar, depresión, TOC, trastornos alimentarios e incluso eneuresis nocturna.
A pesar de su popularidad creciente, sigue existiendo una investigación limitada sobre los beneficios globales de la dieta GAPS como protocolo clínico. Aunque sí se reconoce la relevancia de la salud intestinal en la salud general, faltan estudios controlados que evalúen su eficacia real de forma específica.
¿Puede la dieta GAPS ayudar en casos de autismo?
Aunque aún no hay estudios que analicen de forma directa la dieta GAPS como tratamiento para el autismo, existen investigaciones que apoyan algunos de sus componentes individuales, como la eliminación del gluten o la inclusión de dietas cetogénicas.
Por ejemplo, un estudio publicado en 2018 en la revista Physiology and Behavior mostró que niños autistas que siguieron una dieta cetogénica sin gluten modificada con triglicéridos de cadena media (MCT) presentaron mejoras significativas en los síntomas principales del trastorno del espectro autista, medidos con pruebas como la ADOS-2 y la CARS-2, tras solo tres meses.
Otro estudio publicado en Metabolic Brain Disease en 2017 concluyó que una dieta sin gluten ni caseína ayudó a reducir los síntomas del autismo en un grupo pequeño de niños.
Asimismo, un trabajo publicado en 2016 por World Journal of Pediatrics comparó una dieta sin gluten frente a una dieta regular en 80 niños autistas. Los resultados mostraron una reducción significativa de los comportamientos autistas y los síntomas gastrointestinales en el grupo con dieta sin gluten.
Estos estudios no prueban que la dieta GAPS sea efectiva como tratamiento del autismo, pero sí sugieren que ciertos cambios dietéticos incluidos en el protocolo podrían ser beneficiosos. Aun así, se necesita más investigación específica sobre el protocolo completo GAPS para establecer conclusiones sólidas.
¿Qué papel juega la inflamación en los beneficios de la dieta GAPS?
La inflamación crónica es un factor común en muchas enfermedades modernas, como el cáncer, la diabetes o las afecciones cardiovasculares. También está implicada en problemas digestivos como la enfermedad inflamatoria intestinal (EII) o la enfermedad de Crohn.
Según algunos estudios, ciertos alimentos pueden tener un efecto antiinflamatorio. En este sentido, la dieta GAPS incorpora muchos de ellos: verduras ricas en antioxidantes, grasas saludables, pescado azul y alimentos fermentados, todos ellos conocidos por su capacidad para reducir la inflamación.
Además, algunos trabajos han planteado que los probióticos podrían ejercer un efecto antiinflamatorio en el organismo. Un ejemplo es este estudio, que señala el vínculo entre el uso de probióticos y la modulación de respuestas inflamatorias.
Por tanto, si bien no hay evidencia directa que demuestre que la dieta GAPS por sí sola reduce la inflamación, sí parece probable que sus componentes contribuyan a crear un entorno menos inflamatorio en el organismo.
¿Cómo afecta la dieta GAPS al intestino permeable?
Uno de los objetivos clave de la dieta GAPS es reducir la permeabilidad intestinal, una condición también conocida como síndrome del intestino permeable. Esta alteración de la barrera intestinal puede permitir que sustancias no deseadas pasen al torrente sanguíneo, generando inflamación y reacciones inmunitarias.
Gracias a sus efectos antiinflamatorios y reparadores, la dieta GAPS puede ayudar a disminuir la permeabilidad intestinal. De hecho, algunos estudios sugieren que este síndrome está vinculado a distintas enfermedades autoinmunes.
Una revisión publicada en 2006 en la revista Gut concluye que la permeabilidad intestinal anormal ha sido asociada durante décadas a diversos estados patológicos. En algunas enfermedades autoinmunes, este aumento de permeabilidad parece ser una característica temprana clave. Incluso se ha observado que, en ciertas condiciones, si se corrige esa permeabilidad, la enfermedad no llega a desarrollarse.
Estas observaciones respaldan la hipótesis de que modificar la dieta para favorecer la integridad de la barrera intestinal podría ser un enfoque útil en la prevención o tratamiento de diversas enfermedades inflamatorias.
¿Qué relación hay entre la microbiota, la barrera intestinal y las enfermedades inflamatorias?
Un microbioma intestinal alterado puede tener implicaciones importantes para la salud general. La disfunción de la barrera intestinal —cuando permite la entrada de bacterias o toxinas al torrente sanguíneo— se ha relacionado no solo con enfermedades digestivas, sino también con afecciones metabólicas, autoinmunes e incluso articulares.
Un estudio de 2014 publicado en BMC Gastroenterology concluye que enfermedades como la celiaquía, el carcinoma de colon o ciertas enfermedades inflamatorias de las articulaciones podrían estar asociadas a una alteración en la microbiota y en la integridad de la barrera intestinal.
Según los investigadores, esta disfunción intestinal tiene consecuencias múltiples que, en combinación con factores genéticos o epigenéticos, facilitan la aparición de enfermedades complejas. Por eso, cada vez se subraya más la importancia de preservar la integridad de la mucosa intestinal y controlar fenómenos como la translocación bacteriana.
La conclusión es clara: una dieta que reduzca la inflamación y apoye la función de la barrera intestinal podría prevenir o aliviar distintas condiciones gastrointestinales e inflamatorias, incluyendo síntomas del síndrome del intestino irritable, sensibilidades alimentarias, problemas de absorción e incluso afecciones cutáneas.
¿Puede la dieta GAPS mejorar la salud mental y prevenir la depresión?
Aunque no existen estudios específicos que analicen la eficacia de la dieta GAPS sobre la depresión, sí hay abundante evidencia científica que vincula la salud intestinal con el estado de ánimo y el bienestar mental.
Por ejemplo, un estudio de 2017 publicado en Gastroenterology observó que una cepa concreta de probióticos redujo los síntomas depresivos y mejoró la calidad de vida en pacientes con síndrome del intestino irritable.
Del mismo modo, una revisión publicada en Annals of General Psychiatry evaluó 10 estudios y concluyó que la suplementación con probióticos puede ser eficaz para aliviar síntomas depresivos.
Otros elementos dietéticos también podrían desempeñar un papel importante. Un estudio publicado en The American Journal of Clinical Nutrition encontró que una alta ingesta de carbohidratos refinados —los mismos que se eliminan en la dieta GAPS— se asoció con un mayor riesgo de depresión. En cambio, el consumo de frutas, verduras y alimentos ricos en nutrientes, que sí están permitidos en GAPS, se relacionó con una disminución del riesgo de depresión.
¿Cómo se estructura el protocolo GAPS?
El protocolo GAPS se compone de tres pilares fundamentales diseñados para sanar el intestino, reforzar el sistema inmunológico y restaurar el equilibrio de la microbiota:
- Nutrición terapéutica
- Suplementación adaptada
- Desintoxicación natural
Protocolo nutricional
El componente nutricional de GAPS se divide en dos fases principales: la dieta de introducción y la dieta completa.
- La dieta de introducción se recomienda para quienes presentan síntomas digestivos severos (diarrea, distensión abdominal, dolor, etc.). Se organiza en seis etapas y su duración suele oscilar entre 3 y 6 semanas.
- La dieta completa es adecuada para quienes tienen síntomas leves o estreñimiento. Ambos enfoques eliminan carbohidratos refinados, granos, azúcares, almidones y procesados.
Los alimentos priorizados son fáciles de digerir y altamente nutritivos: caldos caseros, huevos, carne, pescado, marisco, verduras frescas, frutas, grasas naturales (como grasa de pato, ghee, aceite de oliva o coco), cebolla, ajo y frutos secos.
Recomendaciones generales:
- Evitar todos los alimentos procesados y envasados.
- Incluir alimentos orgánicos siempre que sea posible.
- Consumir comida fermentada y caldo de huesos con cada comida.
- No mezclar fruta con proteínas ni comer fruta durante las comidas.
- Combinar siempre proteínas con verduras.
Finalmente, existe una fase de reintroducción, en la que se incorporan gradualmente los alimentos eliminados, siempre observando tolerancias individuales.
Protocolo de suplementación
La Dra. Campbell-McBride insiste en que la suplementación debe ser individualizada y supervisada por un profesional.
Sin embargo, hay elementos comunes que suelen incorporarse:
- Probióticos comerciales para repoblar la microbiota intestinal.
- Ácidos grasos esenciales.
- Aceite de hígado de bacalao.
- Enzimas digestivas.
- Vitaminas y minerales específicos en algunos casos.
Protocolo de desintoxicación
La desintoxicación tiene como finalidad estimular los mecanismos naturales del cuerpo para eliminar toxinas. Se promueve el uso de batidos y jugos de frutas, verduras y hierbas orgánicas, especialmente pensados para apoyar la función hepática y el flujo de bilis.
En su libro, la autora ofrece recetas específicas de jugos detox. También recomienda ciertos suplementos como algas marinas, espirulina, clorella, zeolita, MSM, betacaroteno, polen de abeja y tierra de diatomeas, aunque advierte que personas con enfermedades inflamatorias intestinales graves (como Crohn o colitis ulcerosa) no deben utilizarlos.
Otros consejos incluyen:
- Consumir alimentos ricos en azufre (si se toleran bien).
- Incluir productos animales frescos y de alta calidad.
- Reducir la exposición a productos químicos, tanto en la alimentación como en productos cosméticos o de higiene personal.
¿Por qué genera tanta controversia la dieta GAPS?
La dieta GAPS se sitúa en un terreno delicado, donde la experiencia clínica y personal choca con la falta de evidencia científica sólida. Para muchos, representa una herramienta eficaz para restablecer el equilibrio intestinal, mejorar la claridad mental y recuperar la salud emocional. Para otros, es un enfoque demasiado restrictivo, sin validación académica y con riesgos potenciales si sustituye tratamientos médicos necesarios.
Este protocolo plantea una gran pregunta:
¿Estamos dispuestos a transformar por completo nuestra forma de comer —y de vivir— con la esperanza de sanar desde el intestino?
Lo que diferencia la propuesta de la Dra. Campbell-McBride es que ofrece una narrativa clara y atractiva sobre la conexión entre cuerpo y mente, entre microbiota e identidad emocional. Esa historia conecta con quienes no encuentran soluciones en los sistemas convencionales.
Sin embargo, una narrativa bien contada no equivale a evidencia científica. La salud es algo profundamente personal, sí, pero también exige criterio, precaución y acompañamiento profesional. Lo que puede ser transformador para una persona, puede resultar inadecuado o incluso perjudicial para otra
Conclusión: una propuesta más allá de la nutrición
La dieta GAPS no se limita a un listado de alimentos permitidos o prohibidos. Representa una propuesta de vida, donde lo que comemos se relaciona directamente con cómo pensamos, sentimos y funcionamos a nivel físico y mental.
Aunque la evidencia científica sobre sus beneficios globales aún es limitada, su planteamiento integral —basado en nutrición, suplementación y desintoxicación— ha abierto un debate interesante sobre el poder de la microbiota intestinal y su influencia en la inflamación, la salud emocional y el equilibrio sistémico.
Cada vez más investigaciones apuntan a la importancia de mantener un microbioma intestinal diverso y estable para prevenir el malestar físico y emocional. Sin embargo, como sucede con cualquier terapia alternativa, es fundamental tomar decisiones informadas, personalizadas y bajo supervisión profesional.
Más allá de dietas estrictas o suplementos específicos, el verdadero cambio sostenible empieza cuando escuchamos al cuerpo con atención, respeto y sentido crítico. En ese diálogo íntimo entre alimentación y salud, el intestino ocupa un papel central. Pero la clave está en construir una relación consciente y flexible con nuestra forma de nutrirnos.
Preguntas frecuentes sobre la dieta GAPS y el síndrome psico-intestinal
¿Qué es la dieta GAPS y qué la hace diferente de otras dietas?
La dieta GAPS es un protocolo que busca sanar el intestino y mejorar la salud mental y digestiva, eliminando alimentos difíciles de digerir (granos, almidones y procesados) y potenciando probióticos y nutrientes naturales. A diferencia de otras dietas, GAPS combina dieta, suplementación y desintoxicación para restaurar la microbiota intestinal, con un enfoque progresivo y fases adaptadas a cada persona.
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¿Qué alimentos se eliminan y cuáles se priorizan en la dieta GAPS?
Se eliminan alimentos como granos, azúcares, carbohidratos refinados, vegetales con almidón y productos procesados. Se priorizan alimentos ricos en nutrientes y fáciles de digerir como huevos, carnes, pescados, verduras, frutas sin almidón, grasas saludables (como aceite de oliva o ghee) y alimentos fermentados. El objetivo es reducir la inflamación y fortalecer la barrera intestinal.
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¿Hay evidencia científica que respalde la eficacia de la dieta GAPS?
La evidencia específica sobre la dieta GAPS como protocolo completo es escasa. Sin embargo, algunos de sus componentes, como los probióticos y las dietas sin gluten, han mostrado beneficios para la salud intestinal y la inflamación. La falta de estudios rigurosos sobre GAPS como conjunto deja abierta la cuestión de su eficacia real para cada condición.
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¿La dieta GAPS puede ayudar a mejorar síntomas del autismo y otros trastornos neurológicos?
Aunque la Dra. Campbell-McBride promueve la dieta GAPS como ayuda para autismo y TDAH, no existen suficientes estudios específicos que demuestren estos beneficios. Algunos estudios sobre dietas sin gluten o sin caseína muestran mejoras en ciertos casos, pero la relación directa con la dieta GAPS aún no está clara. Se recomienda precaución y supervisión profesional antes de seguirla.
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¿Qué riesgos tiene la dieta GAPS si se hace sin supervisión médica?
Seguir la dieta GAPS sin orientación profesional puede implicar riesgos como deficiencias nutricionales, efectos secundarios indeseados o la suspensión de tratamientos médicos convencionales. Su carácter restrictivo puede dificultar una alimentación equilibrada si no se planifica bien. Por eso, siempre se recomienda consultar con profesionales antes de comenzar cualquier dieta restrictiva.
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