Hoy en día se habla mucho de depresión. Sin embargo, habitualmente se confunde depresión con tristeza. De hecho, aunque uno de los síntomas de la depresión sea la tristeza, estar triste no implica tener depresión. En este artículo vemos qué es la depresión, qué tipos de depresión hay, los principales síntomas y factores de riesgo.

En este artículo
  • La depresión es un trastorno mental complejo que va más allá de sentirse triste o decaído. Es una condición médica que afecta el estado de ánimo, el comportamiento y funciones físicas como el sueño o el apetito, y puede presentarse sin causas evidentes.
  • Existen distintos tipos de depresión, y su clasificación es importante para un tratamiento adecuado. Los principales son la depresión mayor y la distimia, pero también existen otras formas como la depresión melancólica, atípica, psicótica, bipolar, catatónica, periparto, estacional, disfórica premenstrual, mixta con ansiedad y el trastorno disruptivo infantil.
  • Los síntomas de la depresión son variados y pueden incluir desde tristeza persistente hasta problemas físicos sin causa aparente. No todas las personas presentan los mismos síntomas, y su intensidad y duración varían según el tipo de depresión y la persona afectada.
  • La depresión puede tener múltiples causas: genéticas, biológicas, ambientales y psicológicas. Factores como el estrés crónico, el abuso, ciertas enfermedades físicas, medicamentos o una baja autoestima aumentan el riesgo de padecerla.
  • Es fundamental descartar otras causas médicas que pueden imitar los síntomas depresivos. Trastornos como problemas de tiroides, deficiencia de vitaminas o tumores cerebrales pueden provocar síntomas similares y requieren un diagnóstico médico preciso.

¿Qué es la depresión y por qué no es solo estar triste?

En algún momento, todas las personas nos sentimos tristes, de mal humor o desanimadas. Sin embargo, estos estados emocionales no equivalen a una depresión clínica. La tristeza suele ser una respuesta puntual a un evento concreto y tiende a remitir por sí sola.

La depresión, en cambio, es un trastorno mental complejo que afecta no solo al estado de ánimo, sino también al comportamiento, la energía, el sueño, el apetito y otras funciones físicas. Puede presentarse incluso sin una causa clara y mantenerse durante semanas o meses.

Algunas personas experimentan estos síntomas con mayor intensidad y durante largos periodos de tiempo, a veces sin ningún motivo aparente. En estos casos, hay más riesgo de padecer algún tipo de trastorno depresivo, lo que hace crucial saber identificarlo a tiempo y buscar ayuda profesional.

¿Cómo se clasifica la depresión según los manuales diagnósticos?

A la hora de hablar de depresión, es importante tener en cuenta que existen distintos criterios diagnósticos, y que no siempre se emplea la misma terminología en todos los contextos clínicos o culturales.

Los profesionales de la salud mental utilizan principalmente dos manuales reconocidos internacionalmente para clasificar los trastornos depresivos:

  • El DSM (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales), elaborado por la Asociación Americana de Psiquiatría.
  • El CIE (Clasificación Internacional de Enfermedades, o ICD en inglés), desarrollado por la Organización Mundial de la Salud.

Aunque puede haber diferencias menores en los nombres o criterios, en la mayoría de los casos las categorías son equivalentes o muy similares. Por eso, en la práctica clínica es común utilizar los términos de forma casi sinónima, aunque siempre dentro de un marco diagnóstico profesional. 

Tipos de depresión: ¿cuáles existen y en qué se diferencian?

No todas las depresiones son iguales. Existen diversos tipos de trastornos depresivos, y diferenciarlos es clave para aplicar el tratamiento más adecuado. Aunque todos comparten síntomas comunes, como el bajo estado de ánimo o la pérdida de interés, cada tipo presenta particularidades clínicas que conviene conocer.

Depresión mayor o trastorno depresivo recurrente

La depresión mayor o trastorno depresivo recurrente es el tipo más conocido y uno de los trastornos mentales más frecuentes. Afecta significativamente al estado de ánimo, el comportamiento y funciones básicas como el apetito o el sueño. Puede manifestarse como un episodio aislado o repetirse a lo largo de la vida.

Distimia o depresión persistente

También conocida como trastorno depresivo persistente, la distimia es una forma más leve pero crónica de depresión. Los síntomas duran al menos dos años y, aunque no sean tan intensos como en la depresión mayor, tienen un impacto constante en la vida diaria.

Otros tipos de depresión menos comunes

Existen subtipos de depresión que, aunque menos frecuentes, también requieren atención especializada:

  • Depresión melancólica: marcada por una profunda apatía, pérdida total del placer y falta de reactividad emocional ante estímulos positivos.
  • Depresión atípica: el estado de ánimo mejora temporalmente con eventos agradables; suele acompañarse de aumento de apetito, hipersomnia y sensibilidad al rechazo.
  • Depresión catatónica: rara y grave, con alteraciones del comportamiento motor (inmovilidad, mutismo, movimientos extraños).
  • Depresión psicótica: incluye síntomas depresivos acompañados de alucinaciones o delirios.
  • Depresión bipolar: corresponde a la fase depresiva del trastorno bipolar, caracterizada por altibajos extremos del estado de ánimo.
  • Depresión con inicio periparto: aparece durante el embarazo o tras el parto, con emociones intensas de tristeza, ansiedad y agotamiento.
  • Trastorno afectivo estacional: surge con los cambios de estación, sobre todo en invierno, y mejora con la llegada de la primavera.
  • Trastorno disruptivo de la desregulación del estado de ánimo: se diagnostica en la infancia y cursa con irritabilidad extrema y arrebatos de mal humor.
  • Trastorno mixto de ansiedad y depresión: cuando se presentan síntomas de ambas condiciones, pero ninguno predomina claramente.

¿Cómo se manifiesta la depresión? Síntomas más frecuentes

La depresión puede expresarse de muchas formas y no siempre es fácil de identificar. Algunos síntomas son emocionales, otros físicos o conductuales. Además, no todas las personas los experimentan con la misma intensidad ni duración.

Generalmente, se considera que hay depresión cuando varios de estos síntomas aparecen casi todos los días, durante la mayor parte del día, por al menos dos semanas:

  • Bajo estado de ánimo.
  • Tristeza persistente, ansiedad o sensación de vacío.
  • Sentimientos de desesperanza o pesimismo.
  • Irritabilidad.
  • Sentimientos de culpa, inutilidad o impotencia.
  • Pérdida de interés o placer en actividades habituales.
  • Fatiga o falta de energía.
  • Inquietud o dificultad para permanecer en reposo.
  • Agitación o movimientos repetitivos sin propósito.
  • Problemas de concentración, memoria o toma de decisiones.
  • Dolores físicos (cabeza, estómago, articulaciones…) sin causa médica clara.
  • Lentitud al hablar o actuar.
  • Trastornos del sueño (insomnio o exceso de sueño).
  • Cambios en el apetito y peso no explicados por la dieta.
  • Pensamientos de muerte o suicidio, o intentos de suicidio.

No es necesario presentar todos estos síntomas para tener un trastorno depresivo. Su gravedad, frecuencia y combinación varían según el tipo de depresión y la situación personal de cada paciente.

Por último, hay que recordar que algunas enfermedades médicas pueden imitar los síntomas depresivos. Problemas de tiroides, deficiencia de vitaminas o incluso tumores cerebrales deben ser descartados con una evaluación médica adecuada. 

¿Qué factores pueden causar o favorecer la aparición de depresión?

La depresión es uno de los trastornos mentales más comunes en el mundo occidental. Puede ocurrir a cualquier edad, incluso cuando se vive en circunstancias relativamente ideales.

La depresión puede afectar a cualquier persona, en cualquier etapa de la vida, incluso en condiciones aparentemente favorables. No hay una única causa, sino una combinación de factores que incrementan la vulnerabilidad al trastorno.

Los principales factores de riesgo son:

  • Genéticos: aunque no se han identificado genes que causen directamente la depresión, sí existen variantes genéticas que pueden aumentar la susceptibilidad a desarrollarla.
  • Biológicos: desequilibrios en ciertas sustancias químicas del cerebro, como la serotonina o la dopamina, pueden contribuir al origen de los síntomas depresivos.
  • Ambientales: situaciones prolongadas de violencia, negligencia, pobreza o abuso emocional y físico hacen que algunas personas sean más propensas a desarrollar depresión.
  • Psicológicos: las personas con baja autoestima, niveles altos de estrés o una visión pesimista de la vida tienen más probabilidades de padecer depresión.

Además, enfermedades médicas graves como diabetes, cáncer, problemas cardíacos o Parkinson pueden coexistir con cuadros depresivos, especialmente en la mediana edad o en adultos mayores. En algunos casos, los tratamientos farmacológicos para estas enfermedades físicas también pueden favorecer la aparición de síntomas depresivos

Por qué es clave reconocer los distintos tipos de depresión

Entender que la depresión puede manifestarse de distintas maneras es fundamental para combatir los estigmas y mejorar el abordaje clínico. No todas las personas con depresión tienen los mismos síntomas, ni responden igual a los tratamientos. Por eso, distinguir entre depresión mayor, distimia, depresión estacional o postparto, entre otras, permite intervenir de forma más precisa y eficaz.

Esta diferenciación no solo es útil para los profesionales de salud mental. También nos ayuda a nosotros mismos —o a quienes nos rodean— a comprender mejor lo que está ocurriendo, evitando minimizar o malinterpretar señales de alerta.

Además, conocer los factores de riesgo —genéticos, biológicos, psicológicos y ambientales— nos permite mirar la salud mental desde una perspectiva más amplia. La depresión no es una debilidad ni una falta de carácter, sino una condición compleja que requiere acompañamiento profesional, comprensión y entornos empáticos.

Hablar abiertamente sobre estos temas puede marcar la diferencia. Informarnos, escuchar y validar el sufrimiento ajeno son formas de apoyar. Porque reconocer la diversidad dentro de la depresión es el primer paso para dejar de simplificarla y empezar a abordarla con humanidad

Preguntas frecuentes sobre tipos de depresión

¿Qué diferencia hay entre estar triste y tener depresión?

Estar triste es una emoción pasajera que suele tener una causa concreta, como una pérdida o una decepción. En cambio, la depresión es un trastorno mental que puede durar semanas o meses, afectar al estado de ánimo, el comportamiento y la salud física, incluso sin un motivo claro. Incluye síntomas como apatía, fatiga constante y problemas para dormir o concentrarse.

¿Cuáles son los tipos de depresión más frecuentes?

Los más comunes son la depresión mayor y la distimia o trastorno depresivo persistente. La primera es más intensa pero puede ser puntual, mientras que la segunda es más leve pero crónica, pudiendo durar años. También existen otras formas como la depresión estacional, la bipolar o la posparto, cada una con características propias.

¿Qué síntomas ayudan a identificar una depresión?

Los síntomas más habituales incluyen estado de ánimo bajo, pérdida de interés, fatiga, trastornos del sueño o del apetito. También pueden aparecer dolores físicos sin causa médica, dificultad para concentrarse o pensamientos relacionados con la muerte. La intensidad varía según la persona y el tipo de depresión.

¿Qué factores aumentan el riesgo de padecer depresión?

Algunos factores de riesgo son la predisposición genética, alteraciones en neurotransmisores cerebrales, experiencias de abuso, violencia o pobreza, y rasgos psicológicos como baja autoestima o pensamiento pesimista. También pueden influir enfermedades físicas como el cáncer, la diabetes o efectos secundarios de algunos medicamentos.

¿Por qué es importante distinguir entre los diferentes tipos de depresión?

Porque cada tipo de depresión necesita un enfoque específico. No se trata igual una depresión melancólica que una atípica o una postparto. Identificar el tipo permite personalizar el tratamiento, mejorar los resultados terapéuticos y reducir el sufrimiento de la persona afectada.



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